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La ciudad como interfaz de cambios culturales | de Raúl Niño Bernali

Palabras claves: Estética, Interfaz, Subjetividad, Redes sociales.

Descripción: La noción de ciudad como interfaz desde una dimensión estética, siguiendo a Peter Weibel, se refiere al conjunto de fenómenos culturales observables y signados por la interactividad de las tecnologías de información y comunicación; y también la manera endofísica como se despliegan y transforman las relaciones y procesos inmateriales de acontecimientos que se entrecruzan con el espacio físico y virtual en el que se (des) materializa la ciudad; se trata, pues, de hacer visibles los procesos de producción de intersubjetividad en la habitabilidad de la ciudad, desde realidades ampliadas con los procesos de virtualización tecnológica, el pensar, como proceso cognitivo, y la ciudad en la pluralidad de mundos posibles.

Este análisis estético, desde estrategias heurísticas en el sentido de mirar las tramas simbólicas que se tejen y entrecruzan a partir de relaciones culturales complejas, busca comprender las dimensiones de la cultura como redes que emergen por la producción de subjetividades. En el cruce teórico de la estética y la conjunción con otras ciencias y disciplinas, pues nos movemos en una trama de significados del mundo dinámico y de la vida que emerge en la ciudad.

La ciudad, representa así el espaciotiempo de las interacciones sociales colectivas, la construcción de procesos de intersubjetividad en los cuales se producen y definen relaciones emergentes tan diversas en las formas de ciudadanía donde convergen dinámicas que comprenden la economía, la ecología, el arte, las ciencias, las tecnologías, la historia cultural de las tradiciones, rupturas y discontinuidades políticas y herencias culturales, pero también creativamente mirando la recomposición de lo urbano como esquema cultural de interactividades complejas.

Mi perspectiva teórica consiste en mirar los procesos de emergencia colectiva, los intercambios y las hibridaciones en las formas de habitabilidad urbanas en las ciudades y las formas de conocimiento estético como interfases para comprender el paso hacia las ciberciudades.

Las tramas y redes sociales, trayectos culturales en la producción de subjetividad

Plantear la pregunta a partir de las tramas de la ciudad como red interactiva de cultura, en el contexto actual de un cerebro global, coloca en perspectiva el tema de las ciberciudades, sin embargo la cuestión es indagar sobre las relaciones emergentes en la vida colectiva de la ciudad por la influencia de todas las personas que activan la inteligencia colectiva mediante la utilización de medios, dispositivos de información y comunicación. En sentido, los mundos posibles que están presentes en la ciudad como lugar de interactividad abre una perspectiva de análisis y comprensión estética que puntualiza sobre la dimensión colectiva de los deseos e intercambios de manera diferencial y relacional a la vez que convoca a construir sentidos y ver la ciudad en tramas y tejidos sociales en procesos de emergencia1.

El punto de partida para la subjetividad, es la manera como se ha estudiado la ciudad a partir del cuerpo y quien mejor que Richard Sennett, para mostrar los elementos de significación sobre éste ámbito en los espacios urbanos que cobran forma por la experiencia del cuerpo. Este análisis sobre La Ciudad de la Civilización Occidental proporciona nuevas claves de interpretación para el pensamiento estético y se infiere que la subjetividad emerge como experiencia cultural en redes de pensamiento desde espacios inteligentes los cuales confieren sentido a la noción de ciberciudad. La sociedad entendida como trama de significados, complejiza a las ciudades ya que en ésta se juntan tecnologías, ciencias, formas de vida altamente complejas de interculturalidad e hibridaciones de patrones y lenguajes mundo.

Esto es equiparable a decir que la manera de habitar subjetivamente la ciudad contemporánea es a partir de cómo pensamos y transformamos el mundo, cómo nos comunicamos y nos interconectamos culturalmente entre diversos sentidos y realidades y por tanto como se modela el cuerpo y la mente expandida.

Dice R. Sennett: A lo largo del texto Carne y Piedra he argumentado que los espacios urbanos cobran forma en buena medida a partir de la manera en que las personas experimentan su cuerpo. Para que las personas que viven en una ciudad multicultural se interesen por los demás, creo que tenemos que cambiar la forma en que percibimos nuestros cuerpos. No experimentaremos la diferencia de los demás, mientras no reconozcamos las insuficiencias corporales que existen en nosotros mismos. La compasión cívica procede de esa conciencia física de nuestras creencias, y no de la mera buena voluntad o rectitud política. Sennett (1997) p, 394

El giro estético de estos fenómenos a partir de la reflexión de Sennett, consiste en explicar que la representación del cuerpo se hace desde otras modalidades en el espacio urbano, y que el cuerpo ahora es una ampliación con dispositivos tecnológicos y electrónicos que hacen posible la experiencia y la interactividad, de ahí que se pueda hablar de la sociedad como un organismo global; la ciudad es el resultado de las personas que la habitan y como lugar múltiple proporciona nuevas opciones de información e interconexión , lo cual supone el curso de una mayor capacidad de pensar en universos de significado que son propios para estar en los circuitos y dinámicas de expansiones globales. Podemos decir desde la idea ontológica en la filosofía de M. Heidegger sobre el habitar, que el lugar de la ciudad se produce por la interacción de los trayectos imaginarios y el construir es la dinámica de flujos entre lo virtual y lo real.

Es común observar y percibir en distintas ciudades del mundo, sobre todo aquellas que le apuestan a los cambios tecnológicos constantes, lugares contemporáneos con espacialidades cambiantes e hibridadas desde el ámbito de la información fusión de códigos y patrones estéticos de otra naturaleza. Las dinámicas culturales urbanas (en centros comerciales, campus universitarios, café Internet o telecentros, plazas para red inalámbrica, aeropuertos, etc.), en las formas de habitabilidad de los individuos, que además de llevar audífonos para escuchar privadamente música, desde cualquier aparato electrónico (celular, Ipod, computador, etc.,) puede estar simultáneamente, consultando la red, chateando y además conversando con grupos (el parche) de amigos. El mundo de los jóvenes es en la ciudad un modelo de consumo y apropiación de tecnologías, pero por otra parte es una especie de fascinación de múltiples universos conectados con lúdica, lenguajes, modas y nuevas maneras de diversión y entretenimiento.

Existe un interesante debate contemporáneo y una amplia reflexión sobre la interpretación de la ciudad tanto en sus ámbitos de transformación urbana a partir de la planificación y el desarrollo que nos arrojan a un terreno práctico de su materialidad, y de sus formas representadas en tiempos y estilos; y a partir de ello se enuncian ciudades inteligentes, informadas, tecnológicas, ecológicas, o se crean nuevas denominaciones como cosmópolis, aerópolis, agrópolis, metápolis, telépolis, entre otras, pero el interés cambia cuando intentamos comprender que más allá de los procesos de modernización, la vida colectiva, los imaginarios y los deseos sociales modelan cotidianamente una experiencia cultural de ser ciudadanos. Esta ciudadanía se ha reconfigurado a ciudadanías globales (Castells, Kaldor), o civilizaciones planetarias (Kakú), y cuya dimensión se conecta en el principio del cosmopolitismo y como resultado de este proceso, es sin duda la interactividad tecnológica la forma cultural en que se halla una nueva evolución cultural, ligada a los cambios de un organismo social planetario.

Esta condición de relaciones intangibles de flujos globales cosmopolitas nos hace pensar en las relaciones estéticas y culturales que experimentamos en la ciudad; son formas de relación en tramas sociales de significados y redes que nos sirven para examinar la imagen de la ciudad, pero sobre todo para entender la diversidad y complejidad de relaciones sociales mediante el cruce de experiencias y prácticas que se producen ahora con la fuerza de los procesos de globalización, la ciencia, las tecnologías de información y comunicación.

La trama social de este organismo global, es el proceso constituido por la multiplicidad de personas que comparten la inteligencia y los despliegues de la información que circula y se consume y a partir de ella, se organizan los circuitos y dinámicas cotidianas entre las que se destacan la producción y transferencia de conocimientos, las lúdicas urbanas, los deportes, las exposiciones en equipamientos, las experiencias con el arte urbano, el cine, las músicas del mundo, en fin, acontecimientos de distinto orden que inciden en la cognición individual de los ciudadanos que viven el mundo contemporáneo desde hibridaciones tecnológicas a partir de la cuales se crean las tramas de información e interrelación.

Hacer un estado del arte de los diferentes enfoques y perspectivas sobre la ciudad y la cultura, resultaría ser una tarea inacabable y también imaginativa de gran valor, pero será un reto para otro momento. Sin embargo, creo oportuno plantear, que la situación cultural de la ciudad, requiere de una manera distinta de hacer sus análisis para interpretar los grados de complejidad social, y para ello he de incorporar el sentido de pluralidad que se le ha otorgado al concepto de la interactividad, condición necesaria para la interfaz de los Territorios existenciales2 en el encuentro de relaciones y formas de pensamiento de múltiples maneras de ser y estar en el mundo.

La ciudad como interfaz es el lugar donde se hace y se reproduce la vida; es ante todo una experiencia social y global significativa. Como lugar de la vida, la ciudad permite que sea leída, comprendida, vivida además como intersubjetividad y umbral de cambios en las maneras de pensar y coexistir, en los cuales habitamos, sentimos y percibimos de manera cambiante múltiples experiencias de pensamiento, conocimiento, tecnologías, arte, política, economía. Todas estas dimensiones están presentes e interactúan simultáneamente en la experiencia social de las personas.

Los rasgos culturales de la interactividad y la producción de nuevas subjetividades, conforman la experiencia del superoganismo global (Rosnay) en tanto que la ciudad es un conjunto de relaciones multiculturales, hoy, experimentadas de manera más compleja por la virtualización tecnológica y el cruce de caminos de los acontecimientos provenientes de la economía, los mercados, la política, el tiempo libre, entre otros.

En la ciudad y los procesos de modernización, mutabilidad y construcción, se puede ver un acopio importante de creatividad, así como también sus problemas neurálgicos de inseguridad, pobreza y exclusión, pero al fin y al cabo en donde se hace la ciudadanía en procesos de encuentro y desencuentro, recuerdos y olvidos, en fin la memoria que se recrea y transforma por las ampliaciones o expansiones con la interactividad tecnológica de los medios, dispositivos y redes del paisaje tecnológico. La memoria de las ciberciudades es la condición y la capacidad de la información, registro y transferencia.

Tendríamos que preguntarnos acerca de la interactividad de las culturas como experiencia ciudadana. La experiencia colectiva de los teleservicios, la desmaterialización de procesos nos lleva como cuerpo cívico en la ciudad a una producción intersubjetiva de sentidos de vida impulsados por los procesos de globalización.

La emergencia tecnológica produce cambios en la habitabilidad social y en las tramas sociales. Es decir, que la complejidad de todos los organismos vivos incluyendo a los humanos, en la ciudad es ante todo un asunto de múltiples diversidades presentes en sus cambios, mutaciones, transformaciones e hibridaciones.

Las tramas sociales, como experiencia estética son además de campos simbólicos, los trayectos que conforman el conjunto de fenómenos como universos de significación social y cultural; es decir, los que construyen los vínculos que se producen de facto en el hecho de la habitabilidad y explican la experiencia estética que emerge en el cruce de sentidos del mundo como interfaz.

Los procesos interactivos de la ciudad, están generando una complejidad conceptual y teórica que incide en los cambios de la experiencia cultural y también como proceso de intersubjetividad; es precisamente en este sentido que se produce una nueva emergencia cultural.

La vida urbana, es ya una emergencia de cambios y contrastes, de contradicciones y mismo de alteridades sociales, de conflictos y tensiones, de riesgos e incertidumbres, que están modelando formas de ser diversas y plurales, o lo que podríamos llamar, las tramas sociales de personas que ya no son esa forma convencional de sociedad civil, sino el resultado de fuerzas provenientes de una densidad de relaciones transnacionales de redes económicas, tecnológicas, intergubernamentales, de comunicación, integrando diversidades culturales en redes de múltiples actividades, prácticas, conocimientos y acontecimientos.

En esta exploración propuesta, resulta pertinente hablar de la emoción como principal construcción de la interactividad cultural para explorar la heterogeneidad social que conforma ese tejido de relaciones creativas en el espacio de habitabilidad que es la ciudad.

La habitabilidad está cruzada por experiencias emocionales y flujos de velocidad, virtualizaciones, información, tecnologías, procesos caosmicos3, los cuales son determinantes en las líneas de ruptura de la subjetividad.

Humberto Maturana (1997), señala cómo lo emocional en la convivencia es determinante en la constitución política del vivir:

Las relaciones humanas se dan siempre desde una base emocional que define el ámbito de convivencia. Por esto la convivencia de personas que pertenecen a dominios sociales y no sociales distintos, requiere de la estipulación de una legalidad que opera definiendo el espacio de la convivencia como un dominio emocional declarativo que especifica los deseos de convivencia y así el espacio de acciones que lo realizan. P, 81

Es importante señalar que la relación entre la convivencia como experiencia política y lo emocional como experiencia cultural se produce por la interactividad tecnológicas de las redes de intercambio de significados; los flujos de información y comunicación, están permitiendo la interactividad cultural en la ciudad, y también los deseos de convivencia y significación en la manera de ser sujetos en forma colectiva.

Ser ciudadanos en la ciudad contemporánea de redes y tecnologías de información es la experiencia estética y política de la emoción; es estar en una intersubjetividad que es transversal a la cultura evolutiva que la misma ciudadana complejiza, en términos de diversidad de valores y normas compartidas para la convivencia y la divergencia. La experiencia estética contemporánea propicia el aprendizaje y la mutación de la cultura como experiencia global de la interactividad con sistemas de información circulantes por distintos medios y dispositivos.

Estamos en procesos de transición construyendo nuevos campos perceptuales porque la experiencia global de la cultura es una nueva experiencia de emoción informatizada, virtualizada, pero por demás política. Esto quiere decir, que la construcción de la subjetividad política es el resultado de la interactividad circulante y autoreferenciada de múltiples maneras por sujetos maquínicos mediante interfaces y dispositivos con los cuales se reconfigura un tipo de trama social amorfa, fragmentada, que a la vez cohesiona, desarticula, emociona, trasgrede, produce conocimientos y experiencias que recorren las tramas sociales de la sociedad.

Lo que resulta de esta situación, es, que los espacios de fuga son portadores de universos de significación plurales, delirantes, o incluso esquizoides en la manera como se presentan en tanto son extrañeza de productos culturales o mismos de experiencias y prácticas sociales de comunidades que se convierten en estrategias de conocimiento y de novedad para el entramado social urbano. Esta es la experiencia de la intersubjetividad que cambia la manera de leer la diversidad cultural en la ciudad. La diversidad cultural no es entonces esa manera autárquica de mantener los saberes, de guardar los conocimientos y las herencias culturales o de musealizar las prácticas culturales en la ciudad que todo el tiempo se está dinamizando por las tramas sociales, especialmente porque la fuerzas productivas se dan gracias a que la condición humana es cambiante, dinámica, adaptativa y transgresora y por tanto desterritorializa sus deseos.

Así las cosas, se complejiza la trama social de las interactividades en esta época de pluralidades y multiplicidades; la experiencia estética que emerge por imaginarios son resultantes distintas a las formas clásicas y compartimentadas de ver el mundo. Los territorios existenciales (Guattarí) donde no hay ningún orden prevaleciente o determinante en la producción de subjetividad, las alteridades reconfiguran las emergencias sociales y culturales y, esa es una trama social en la cual la cultura de la ciudad se despliega o se desterritorializa, ampliándose de sus nociones antropológicas, políticas, económicas sociológicas a esa nueva dimensión de ciberciudad.

La experiencia estética de la ciudad es una forma plural de tramas sociales y divergentes, de vínculos fragmentados y de poderosas expresiones que se desmarcan o que se mezclan para experimentar procesos de comunicación distintos. Las tecnologías de información y comunicación, recrean y modelan la subjetividad en torno a los intercambios por las formas de expresión cruzada o imbricada con la dimensión económica que signa los procesos de consumo de la ciudad.

El problema que se revela aquí, es el de interpretar la ciudad mediante relaciones interactivas; es decir, por la multiplicidad de sujetos interactivos que se entrecruzan y generan vínculos divergentes maquínicos son sujetos políticos, sujetos económicos, sujetos tecnológicos que están presentes en la intimidad, en la emoción, en las redes de virtualización tecnológica desde las cuales se activan vínculos y procesos de información. La habitabilidad de esas maneras diversas y plurales en que miles de personas, géneros, organizaciones, agentes, se representan en la ciudad de manera cruzada, es el primer entramado social que coloca a manera de calidoscopio la interactividad tecnológica y cultural, la cual se denomina organismo social.

En ese calidoscopio de amalgamas, la subjetividad que emerge por la práctica del vivir mismo en medio de relaciones económicas, sociales, tecnológicas, científicas, la ciudad se nos desdibuja de su materialidad, el paisaje, el territorio, se redefinen como el espaciamiento del conjunto de experiencias virtuales hacia nuevos umbrales que se transfieren mediante fuerzas creativas.

A manera de un primer excurso, haciendo una paráfrasis, nos diría Guattarí (1996), tratándose de entender la subjetividad desde las tramas sociales de la ciudad como una experiencia de emoción y sentido en donde la vida se despliega:

[…] No se trata de un objeto ‘dado’ en coordenadas extrínsecas, sino de una conformación de subjetivación que otorga sentido y valor a Territorios existenciales determinados. Esta conformación se debe trabajar para vivir, procesualizarse a partir de las singularidades que la percuten. Todo esto implica la idea de una necesaria práctica creativa o incluso de una pragmática ontológica. Son nuevos modos de ser del ser los que crean los ritmos, las formas, los colores, las intensidades de la danza. Nada cae por su peso. Hay que volver a tomar todo desde cero, en el punto de emergencia caósmica. Potencia del eterno retorno del estado naciente. P, 116.

Las tramas sociales virtuales son el estado naciente de una ecología virtual de relaciones existenciales singulares en la trama de significados que deviene vida. Este devenir puede estar gestando la más importante práctica social que estamos experimentando de manera compartida en muchas partes a la vez, como sucede en el ciberespacio y por ende en la ciberciudades. La simultaneidad que experimentamos como habitantes coparticipes de un cerebro global, sentimos que las nuevas fuerzas tecnológicas e interactivas nos conducen a ser ciudadanos planetarios en el contexto de un organismo global, pues los procesos geopolíticos y la singularidades estéticas emergentes de las músicas del mundo, el cine, el arte los videojuegos, y todos los dispositivos electrónicos y computacionales conforman las interfaces y ampliaciones tecnológicas, las redes del urbanismo y las interconexiones con mundos posibles.

 

Inteligencia colectiva y superorganismo global

Como lo hemos venido esbozando, al tratar de comprender los universos de significado por la experiencia global e interactiva de las tecnologías, es importante entrar en la comprensión de los principios organizativos de las redes, pues si se trata de principios o territorios existenciales como los llama F. Guattarí, la experiencia estética de la vida contemporánea nos conduce a tener tramas sociales que ya no operan por la forma normativizada e instrumental de la información, sino que sobre la base de rupturas multitemporales que se producen por la interactividad cultural urbana por los procesos de interconexión y simultaneidad en el contexto del planeta. Internet y su multiplicación ha logrado que el superorganismo global se entienda como el proceso creciente de interconexiones y este proceso está en el contexto de las ciberciudades, a través de las cuales se desmaterializan acciones y servicios especialmente en el intercambio de información, formado así el funcionamiento inteligente de los espacios, como lo describe W. Mitchell, mediante el uso de pantallas, cámaras, ordenadores, micrófonos, transistores y un sinnúmero de dispositivos electrónicos.

Esta trama de redes sociales, o mejor el trayecto plural de la cibercultura (P. Lévy) es el de la configuración global que emerge con los procesos de globalización. En la ciudad, sería la resultante de nuevas asociaciones a las redes de información a los flujos y dinámicas económicas, a la construcción de subjetividades en el orden de lo colectivo. En esta perspectiva el despliegue de la información y el conjunto de imaginarios asociados a los procesos de la vida urbana respecto a patrones globales de representación, trata de complejos sociales habitables como barrios, complejos industriales, complejos culturales, complejos tecnológicos y complejas redes en el ciberespacio cuya topología es la interfaz del mundo que nos conecta con el superoganismo social y la inteligencia de un cerebro global que autoorganiza los flujos de información.

Los dispositivos virtuales del cerebro global a través de las redes tecnológicas son los fenómenos de convergencia de los sistemas de información y las tecnologías. La presencia y uso de estos dispositivos y los canales que las redes integran, permiten que las expresiones colectivas de las personas sean parte de una colectividad que se reorganiza constantemente en la ciudad compleja.

M. Castells4, explica cómo las dinámicas y movimientos sociales desde la segunda mitad de los años ochenta en el siglo pasado, fueron constituyendo un giro cultural sobre la base de las autoridades locales o los intereses de la vida local cotidiana. Dinámicas que focalizaban a grupos sociales que querían simplemente conectarse a la red global como una experiencia exploratoria, o las movilizaciones virtuales y la conformación de redes hasta pasar a las grandes manifestaciones a través de la red para hacer oposición política, para lo cual se pueden explorar las rutas de resistencia virtual que vienen sucediendo detrás de las cumbres del capitalismo, iniciadas en el año de 1997.5

La interactividad como proceso de interfaz acerca los problemas de impacto mundial que se traducen en lo local tales como: la contaminación del medio ambiente, episodios de extinción, conflictos sociales y políticos cambios en las estructuras culturales como la relación con la familia, la identidad, el sentido de la vecindad, los símbolos e imaginarios locales, conforman el primer elemento constitutivo y de desplazamiento que le confiere lugar a la noción de ciudadanía. Un primer paso en la reorganización del sentido y de la subjetividad ligada a los condicionamientos de la cotidianidad, a las características en las cuales se desarrolla parte de la esencia de los derechos sociales, y por ende a las pulsiones vitales de lo microsocial.

El superoganismo global se reorganiza alrededor de derechos que van emergiendo con las redes, con las formas de producción inmaterial y por los insumos de los intereses que el sistema mundo representa a través de los medios, cuya forma de producción se convierte en el sentido y centro de transformación de la subjetividad. La sociedad global multiplica los nodos de interacción en la misma dinámica y acontecimientos de carácter global.

El espaciotiempo de la globalización determina los lineamientos de un nuevo paradigma del ser y el sentir colectivo, que se instala en la creación del mundo posible, en la dimensión del entorno creativo, de la reinvención del entorno en el cual se cruza la interactividad cultural, la dinamización de las rupturas sociales.

 

Universos de significación e interactividades urbanas

En este sentido, la recomposición de la subjetividad se orienta sobre las prácticas culturales como dimensión estética en la experiencia social a escala urbana, a fin de tejer y rescatar a las ciudades como el espacio de la vida colectiva que se recrea por la interacción social, cultural, económica y política, en donde tienen lugar las transformaciones de la diversidad cultural y los procesos estéticos reconfigurados constantemente en imaginarios y símbolos que inciden en las maneras de abordar las formas de vida urbana contemporáneas

La complejidad y comprensión de los problemas de la ciudad, es en el sentido estético, la oportunidad para entender la ciudad en los procesos de interactividad incorporados tecnológicamente como una manera de entender la expansión de la naturaleza humana en la realización de cambios posibles en el conjunto de la vida que es interactiva. En esta dimensión se hallan la recomposición de la subjetividad, respecto a la acción humana en nuevas conexiones de cooperación, cuya base es la innovación tecnocientífica, la capacidad tecnológica humana, y la apuesta por la gratificación de la vida. Estaríamos mirando las cualidades con las que se harían nuevos acoplamientos estructurales, nuevas configuraciones en los procesos de producción de subjetividad en el contexto de lugares complejos como son las ciberciudades.

Los puntos centrales de esta discusión versan sobre la significación de la vida en la ciudad y el paso de recomposición tecnológica a ciberciudades, y sobre los procesos de la política para una defensa de la evolución cultural, está última considerada como la dimensión más significativa de la política que estaría contribuyendo en la comprensión de los universos de significación ligados a revoluciones en curso tales como la información, biomoleculares, y atómicas, entre otras. Estos universos son parte prioritaria de los procesos complejos de la ciudad como lugar creativo en donde la vida humana se despliega colectivamente en medio de incertidumbres e irracionalidades.

La construcción de Territorios existenciales desde una visión optimista de la vida como totalidad (el entrecruzamiento de los sistemas de vida del cosmos) y de la cual se puede repotenciar el interés colectivo a través de la conexión de procesos simbióticos, permite plantear dos bifurcaciones de análisis en las siguientes direcciones. La primera con respecto a la política como acción y su incidencia a gran escala. La acción colectiva de la sociedad civil global en defensa de la vida como totalidad del cosmos, es decir el paso a ser ciudadanos planetarios. La segunda, respecto a lo político como la alternativa de la acción o de las acciones para la vida en torno al trabajo colectivo, a las formas de cooperación y a una dignificación de la condición humana en el conjunto de los organismos vivos, mediante la recomposición de la ciudadanía en formas de subjetividad con objetivos creadores y emancipadores. Es decir el paso heurístico en los procesos de producción de la intersubjetividad y en el acoplamiento de interfaces para hacer posible la transferencia de conocimiento y creatividad.

Surge entonces, otro aspecto que coloca el interés cultural y político en la perspectiva de analizar la ciudad como el espacio inteligente del habitar desde el pensar, como estrategia de cohesión social o de respuesta creativa a las crisis que afronta la ciudad contemporánea, debido a que los procesos transversales del poder, la economía, los conflictos sociales, el crecimiento y diversificación demográfica, la aparición constante de nuevos problemas sociales, pandemias, opacan los campos de creación que se manifiestan en las esferas de las artes y los campos de creación, pero sobre todo inciden negativamente en la ampliación de la diversidad cultural como experiencia colectiva para la solución de los problemas en curso.

Se estaría entonces propiciando un nuevo elemento de diálogo y convergencia en el que la vida urbana cada vez más construye demandas significativas que se encuentran en mayor medida en el complejo cultural de la diversión, el entretenimiento, el tiempo libre, el ocio, las cualidades de formación y cómo los ámbitos de la información y la ciencia, están modelando estos procesos dinámicamente, también como forma de mercado.

La salida a esta encrucijada necesariamente debe basarse en una ética de la cooperación y no violencia, como lo señala Capra, cuando habla del nuevo paradigma de la red.

 

La ciberciudad y las redes en procesos heterogenéticos

La intersubjetividad y sus ampliaciones en la trama de significados se amplía en su definición hacia las redes y conexiones que se tejen de manera transversal. Redes en donde converge la vida humana en conjunto con las otras formas de vida del planeta, con las culturas biodiversas, sobrepasando la noción de lo eminentemente local y lo micro social y, éstas a su vez, cómo base de interrelaciones con lo universal, con las transformaciones a gran escala.

Los universos de significación que adquiere la ciberciudad contemporánea en torno a las redes, debe permitirnos pensar qué sentimos cuando estamos en diversas conexiones, cuando ampliamos las relaciones afectivas o de vínculos emocionales, o de los espacios de confianza y seguridad para la convivencia están virtualmente conectados.

La recomposición de la subjetividad política como acción a gran escala, tomará sentido cuando la dimensión de pensar su significación creciente esté en conjunción con los demás sistemas vivos. En el contexto de territorios existenciales que propone F. Guattarí, la política como el umbral más alto a la que podemos aspirar inteligentemente es la coexistencia con todas las generaciones humanas en formas sociales diversas y por tanto la diversidad cultural en una dimensión cualitativa, que permitiría o estaría en la base de los procesos de una civilidad e inteligencia colectiva.

Las redes sociales son relaciones de comunicación y significado que se definen como la compleja interacción de múltiples espacios y tiempos que se cruzan y se determinan, se entrecruzan y se modifican unas a otras tejiendo la experiencia vital de las trama de significado que caracterizan a la sociedad del conocimiento.

Desde la visión de la cultura como complejidad6, las redes sociales las definimos como los procesos de comunicación y simbolización que corresponde al espacio de las instituciones y organizaciones (simbólicas) que se ocupan de integrar los ámbitos de investigación, producción, difusión, de experiencias y prácticas culturales.

Resulta adecuado detenernos a pensar sobre el espacio intersticial de las redes sociales, por cuanto se refiere al tipo de organización social que promueve el desarrollo de la sociedad del conocimiento, y que además se vuelve visible en el paisaje urbano, haciendo una transformación de la singularidad local y poniendo de relieve la época contemporánea que modela a las nuevas generaciones.

Veamos un asunto crucial ¿cómo se puede estar modelando la ciberciudad tecnológicamente desde el significado de las redes de ciudadanía e incorpora la forma de la sociedad del conocimiento? La pregunta es uno de los campos heurísticos más complejos que nos surgen en esta aproximación, porque las redes sociales desde la aproximación de la cultura de los grupos sociales, nos permite hacer una prefiguración a tiempos normales de modernidades atemporales, es decir procesos abarcables de manera abstracta, pero ahora con este espacio intersticial de emergencia en la era digital que atraviesa cualquier espaciotiempo y lo urbano, nos produce esa ruptura o discontinuidad con una forma de ciudadanía normalizada o centrista definida por el fundamento del estado-nación. Esta es una inferencia heurística respecto a la dimensión social de la ciudadanía en el sentido de las redes sociales. Una estrategia conceptual determinante para los significados contemporáneos de la vida social y cultural urbana.

Se puede considerar entonces, que la cibercultura en redes sociales es la forma específica del vivir y parte del cuerpo de conocimientos que construye y determina su significación en el tiempo. En tal sentido, el espaciotiempo es el que el siglo XXI, coloca como experiencia cultural inmaterial: la integración de redes de información y la evolución cultural en un escenario de hibridación, que no sabemos que valores culturales transforma o permite conservar para los territorios, pero lo que si sabemos es que los procesos de intersubjetividad y de diversidad cultural son cambiantes de manera vertiginosa.

La cultura contemporánea, como lo plantea R. Sennett7, se caracteriza por la superficialidad que propone un poder a través de la cultura. La condición que ha descrito Sennett, nos invita a pensar en la dimensión estética de la ciudad contemporánea, la que inspira una producción de subjetividad ampliada con los dispositivos electrónicos la cual hace pensar en los cambios del «yo-como-proceso» en patrones culturales para recrear el espacio urbano con vínculos claves para la vida y la sostenibilidad del planeta, cuando su curso de deterioro parece irreversible. Volviendo a Sennett, se necesita de un «pensamiento artesanal». «En lugar del encierro, la cultura aconseja renuncia, esto es, cortar lazos a fin de ser libres, en particular los lazos que se han formado con el tiempo». P, 167. El punto acá es el de la adaptación con las nuevas tecnologías en el proceso emergente de las ciberciudades.

Si las comunidades humanas asumimos nuevos universos de valoración para construir la Sostenibilidad como patrón cultural y de cambio en los modelos de vida contemporáneos, es posible entrar en la dimensión sostenible del planeta mediante el uso de la inteligencia colectiva, sin homogeneizar la diversidad cultural que es esencial para lograr la construcción de los horizontes comunes y de trabajo colectivo, a partir de las acciones que puedan servir de puente entre lo público y lo privado restituyendo el sentido de hacer gratificante la vida incluso como apuesta a la transformación en las formas de habitabilidad.

La diversidad cultural que emerge desde la sociedad de la información, la sociedad del conocimiento, las comunas culturales movilizadas por flujos de experiencia tecnológica, intentan localizarse o desplazarse por intersticios de fuga en las ciberciudades.

 

Nuevos trayectos

La ciudad como interfaz, es una conjunción significativa de códigos y patrones culturales ampliados en las interacciones de la vida, la cual se comprende como diversidad cultural a partir de procesos de autoorganización en tramas sociales ampliadas en las redes electrónicas, configurando así una dimensión de ciberciudades. Los universos de significación al igual que los territorios de existencia, son la dimensión estética de una nueva producción de subjetividad, la cual está pensada como clave para encontrar nuevos significados en un mundo diferente de suma cero8. Se trata entonces de comprender en que está la condición humana respecto al sistema que se constituye como un superorganismo global, es decir, en el cambio de cognición que estamos asumiendo en el planeta, desde la relación de vida que tenemos en el mundo urbano y en nuestro espacio singular de la ciudad.

A la ciberciudad hay que hallarle el fundamento de la vida, entendiendo los nuevos fenómenos de los cambios contemporáneos, que se han acrecentado en perspectivas de escala global. Corresponde a la sociedad del conocimiento, es decir a las ciudadanías planetarias o globales, liderar a través del avance tecnológico y científico de redes, incluso desde el pensamiento artesanal, incidir en los principios de la cooperación y no violencia, en la necesidad de construir una nueva perspectiva de sostenibilidad sobre la totalidad de la vida. Modificar los principios de la política lineal en las matrices sociales diversas, y establecer los vínculos de una política no lineal, es decir de relaciones de complejidad e interconectar lo público con lo privado mediante los cambios culturales de la época significativamente tecnológica del siglo XXI.

La ciberciudad como epicentro de la vida debe inspirar los principios de corresponsabilidad en la producción de intersubjetividades. Es necesario imaginarla en el sentido de una sociedad de conocimiento creativo, con premisas fundamentales sobre los principios de la vida a escala cósmica, partiendo del reconocimiento del problema de las diversidades biológicas y culturales cuando se comparten cualitativamente los fundamentos de la vida ampliada en un mundo de bioinformación por las conexiones e interactividades activas de los ciudadanos que comparten espacios inteligentes.

Habitar estéticamente la ciberciudad es fundar políticamente nuevas interconexiones que nos permitan la coexistencia no fragmentaria, sino integral para la comprensión de las acciones, suponiendo que son mejores que en otras épocas, sino para descubrir los quiebres y rupturas de los elementos inestables que gobiernan las relaciones de la cibercultura.

 

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NOTAS DE REFERENCIAS

 

1 Esta perspectiva se encuentra ampliamente desarrollada, desde varios autores (Prigogine, Varela, Maturana, Capra, Gell-Mann), pero particularmente en el desarrollo del artículo sobre el concepto de emergencia es el que hace la articulación con el problema de la vida. Respecto de lo anterior, la siguiente definición nos permite avanzar: “para extender la comprensión de la naturaleza de la vida a la dimensión social humana, que es la pareja principal de esta obra, tendremos que manejar el pensamiento conceptual, los valores, el significado y el propósito, fenómenos que pertenecen al ámbito de la consciencia y la cultura humanas. Ello significa que debemos ampliar nuestra comprensión de la mente y la consciencia. A medida que desplacemos nuestra atención a la dimensión cognitiva de la vida, comprobaremos que nace una nueva visión unificada de la vida, la mente y la consciencia, en la que la consciencia humana está inextricablemente ligada al mundo social de las relaciones interpersonales y de la cultura. Y, lo que es más, descubriremos que esa visión unificada nos permite comprender la dimensión espiritual de la vida de un modo plenamente coherente con los conceptos tradicionales de espiritualidad”. Capra (2002), 59. También se puede ampliar esta noción: “Esta emergencia espontánea de orden en puntos críticos de inestabilidad constituye uno de los conceptos más importantes para la nueva comprensión de la vida. Esta característica, que se conoce técnicamente con el nombre de autoorganización aunque a menudo se la designe, simplemente, como “emergencia”, ha sido reconocida como el origen dinámico del desarrollo, del aprendizaje y de la evolución. En otras palabras, la creatividad –la capacidad para generar nuevas formas- constituye una propiedad clave de todo sistema vivo. Y puesto que la emergencia constituye una parte integrante de la dinámica de los sistemas abiertos, podemos llegar a la importante conclusión de que éstos se desarrollan y evolucionan: la vida avanza constantemente hacia la novedad” Capra (2002) pp., 38-39

2 Félix Guattarí, (1996). Caósmosis. […] Yo tiendo la mano hacia el futuro. según que, a mi entender, todo esté jugado de antemano o que haya que reemprenderlo todo, que el mundo pueda ser reconstruido a partir de otros Universos de valor, que otros Territorios existenciales deban ser construidos con ese fin, mi actitud estará teñida de una seguridad mecánica o de una incertidumbre creadora. las grandes pruebas por las que atraviesa el planeta, como la asfixia de su atmósfera, implican un cambio de producción de modo de vida.” p, 163

3 Félix Guattarí. (1992) Caósmosis. Argentina, Manantial

4 Los procesos de cambio social conflictivo en la era de la Información giran en torno a los esfuerzos por transformar las categorías de nuestra existencia a base de construir redes interactivas como formas de organización y movilización. Estas redes, que surgen de la resistencia de sociedades locales, se proponen vencer el poder de las redes globales para así reconstruir el mundo desde abajo. Castells, en: La Galaxia Internet. P.165

5 Junio del 97, Marcha Europea a Amsterdam por otra Europa. Web de la llamada “coalición Holandesa por una Europa diferente en: <http://www.snore.org/archief/1997/different-europe/>

6 Esta noción de cultura como complejidad ha sido ampliada a partir de F. Capra, respecto a la comprensión sistémica de la vida y al ámbito social dentro del marco conceptual de cuatro perspectivas a saber: a) forma; b) materia; c) proceso; d) significado. Ver: Capra (2002) Las conexiones ocultas, p, p, 113-121

7 En: La Cultura del Nuevo Capitalismo. 2006, Barcelona, Anagrama.

8[…] El juego de suma cero es aquel en que un ganador se lo lleva todo. por cada ganador tiene que haber un perdedor. […] en algunos juegos de suma no cero, todos los jugadores se benefician si cooperan. el incremento del número de personas que participan en juegos más complejos de suma no cero produce efectos emergentes como ciudades vibrantes, cuerpos de conocimiento, ,obras maestras arquitectónicas, mercados y sistemas sanitarios públicos”. Wright señala que la evolución cultural ha impulsado la superación de diversos umbrales en la sociedad durante los últimos 20.000 años: ahora nos encaminamos hacia un nuevo umbral »En: Rheingold H. (2004). Multitudes Inteligentes. La próxima revolución social. Barcelona, Gedisa., p, 238

 

Raúl Niño Bernal, es Profesor e investigador del grupo de investigación Estética y Nuevas Tecnología, en el Departamento de Estética en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. PhD (c), Magíster en Estudios Políticos Gerente en Gestión Cultural y Restaurador de Bienes Muebles. Autor de las siguientes publicaciones: Ciberbiología y procesos tecnológicos de la cultura. (2010) En: Estética Vida Artificial y Biopolítica. (2010) (coeditor). Bogotá, Pontificia Universidad javeriana. ISBN: 978-958-716-366-7. Repolitizar la biodiversidad (2009). En: Poéticas del Devenir. Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Cognición y Subjetividades Políticas: Perspectivas estéticas para las ciudadanías globales (2008) ISBN: 978-958-716-033-8, Indicadores Estéticos de Cultura Urbana (2006) ISBN: 978-958-683-864-1. Ensayo: Giro Cultural de la Estética Contemporánea (2003) ISBN: 978-958-683-570-1, en libro colectivo, coautor de “Nuestros Museos de Bogotá”, publicación universal en www.encolombia.com/museos/.